From Mi viaje a Ta... |
En los descansos, o luego al terminar, continuamente se me acercan. Suelen hacer dos cosas: o abrazarme sin más, sonriendo en silencio, con esos abrazos dulces que le derriten a uno (¡cómo me acuerdo entonces de los de mi niña, por Dios!) o preguntarme cosas sobre España ¿Vivo en una casa? ¿Ah, en un piso? ¿tengo ascensor? ¿y las casas tienen muchos pisos? Creo que ya he contado que se ríen mucho con las cosas de España, como que ahora estén de vacaciones, o que sea de día a las 10 de la noche. Yo les hablo de todo lo que tienen acá y no hay en España: la vegetación llena de esos colores, el inguiri que estamos comiendo esas frutas deliciosas que se comen por acá,...
Luego, en la tarde, viajo a Picota, un pueblo a 55 kilómetros de aquí, donde vive una pequeña comunidad de hermanas que tanto nos sirvió como referencia y ejemplo de compromiso con los más pobres cuando estuvimos aquí. Entonces se tardaban dos o tres horas en llegar, usando un colectivo (un auto que se paga entre varios). Ahora me habían contado que hay carretera nueva, y que apenas se tarda una hora. Efectivamente las cosas van progresando. Claro que en el auto de ida sigue sin funcionar el indicador de velocidad, y a mitad de camino descubro que la carretera no está entera asfaltada. Además, en algunos tramos enormes pedruscos desprendidos cortan el paso en cualquier parte. Claro que eso no es problema para el conductor, que usa el claxon como elemento esencial de su conducción, adelantando en cambios de rasante y lanzándose por zonas en obras como si estuviera en un rally (y dejo esta parte, que hago sufrir sin necesidad por lo que aquí es lo cotidiano). A la vuelta (no hubo suerte: las hermanas tuvieron que salir ¡hacia Tarapoto! por un problema médico, así que me las crucé por el camino) el impresionante río Huallaga me regala con el primer arcoiris completo (y cuando digo completo digo completo, como en los dibujitos) que he visto en mi vida.
4 comentarios:
Supongo que otro mundo mejor y más colorido, donde cada cual encuentre su coraje, su corazón y su aprendizaje intelectual, es posible en Tarapoto. Como en Oz. Al otro lado del arco iris...
Julián
Gracias por ese tracito de arcoiris para nosotros. Tu niña también se acuerda de tus abrazos. Una pena que no vieras a Mª Jesús y el resto de hermanas. ¿Habrá otra oportunidad?
Hola compi, cuánto esfuerzo tienen que hacer para tener cositas del día a día. Aquí ya sabes que una excursión para nuestros petardillos es como comprar un chicle y allí... uf! impresionante. Alucino cómo el cielo nos regala la vista a cosas tan naturales como el arco iris pero tan bonito.Me alegra saber que "al menos", la naturaleza, es expléndida para todos y con todos. Bueno, nos vuelves a contar progresos que han realizado, como la carretera, aunque en mejor o peor estado. Y en cuanto a los achuchones de tu hija, ¡ején! y los de Eva, ji ji, ya mismo los tendrás, para que veas lo rápido que pasan esos días que comenzaron con el dolor de la distancia.Hasta pronto, Marijó, Meriyou, La Secre.
Muy buenas!! Ya veo que muy bien y que con muchas emociones y sentimientos.
Hoy, además de leerte, me he entretenido un rato viendo todas las fotos del albúm. Me ha encantado ver la vida que hay; los proyectos que poco a poco van para delante. ¡Merece la pena!!
Besos, Cinta
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