viernes, 18 de julio de 2008

De vuelta


Hoy al levantarme he tomado una ducha templada. Luego he podido pasar el día con mi familia, disfrutando de mis vacaciones. Nos hemos dedicado a organizar cosas de la casa: libros pendientes de colocar, papeles que ordenar... El calor apretaba y hemos encendido el aire acondicionado del salón. He podido jugar con mi hija, que no se separa de mí desde que he vuelto. Por la noche hemos salido a tomar algo con una amiga, hemos visto de lejos los fuegos artificiales de Isla Mágica y hasta hemos tomado un helado en la Alameda viendo no sé qué certamen de copla. También he hecho otras cosas menudas, como echar una cabezada en el sofá mientras la tele contaba sus historias, hablar por teléfono móvil con amigos, conectarme a internet sin necesidad de ir a un local pagando un precio prohibitivo para el sueldo de un profesor. Eso por no hablar del agua corriente a todas horas, de las calles asfaltadas o adoquinadas sin excepción, de los coches, o los autobuses.

Todo esto, que parece un elogio del aurea mediocritas (la dorada medianía de los antiguos) es la crónica de un día cualquiera de vacaciones. Y sin embargo, todo parece inusitadamente nuevo. La mayor parte de esta "normalidad" es imposible allá de donde vengo. Todas estas menudencias que he contado son un lujo al que la mayoría de los de allá no tienen acceso (a veces, ni jugar con los hijos, porque la familia ha tenido que partirse en dos pedazos emigrando, por ejemplo, a España).

Tengo sentimientos encontrados con todo esto. Estoy feliz por todo lo que he vivido y he podido compartir allá, y lo que me han enseñado por cómo viven su vida, por su alegría, su esperanza y su confianza en Dios. Estoy feliz por estar de nuevo con mi familia. Claro que también echo de menos muchas cosas de allí. Y también sé que -pese a los apretones de la hipoteca que sube cada año, de las letras que hay que ir pagando, o los apuros de todo tipo de la vida diaria- pertenezco al escaso número de los privilegiados. Aunque mi cuenta no tenga muchos ceros, pertenezco al mundo rico. A un mundo al que, globalmente, no le falta de nada, y tiene recursos tan de sobra que ahora empieza a preocuparse por ahorrar esos recursos, pero no por apretón de bolsillo, sino por miedo a que esos privilegiados recursos se le acaben algún día. A un mundo que se ha aupado sobre su reverso, el necesario tercer mundo que él mismo ha creado a base de quedarse con todos los recursos e inventar una sociedad del bienestar insostenible. Y como no queremos renunciar a nada de nuestro bienestar, nos conformamos con mandar las migajas allá. No es justo. Tranquilos, no voy a hacer ninguna tontería (¿pero sería una tontería?). No voy a renunciar a los privilegios que me corresponden (¿me corresponden?) por el "incuestionable" mérito de haber nacido de este lado de la raya. Pero al menos seguiré luchando en lo que está a mi alcance (mi trabajo cada día en la educación de adolescentes, el compromiso con este pequeño proyecto de la escuelita) para devolverles lo que es suyo, nunca tuvieron y nosotros sí gozamos, y para denunciar la injusticia radical sobre la que se asienta nuestra sociedad. Y lucharé por ir cambiando mis actitudes de rico, de consumidor cómodo e inconsciente. Al menos eso.

Con esto cierro, de momento, estos comentarios. Digo de momento porque seguro que irán saliendo nuevas cosas, otras vivencias que todavía no he tenido la oportunidad de compartir, nuevas inquietudes,... Creo que ha sido éste un buen lugar donde vernos y comentar tantas cosas. Os agradezco la compañía y los ánimos, y os aseguro que habéis estado allá conmigo, y que también algo de vosotros queda allá.

Por último, como en un viejo número de Les Luthiers, os hablaré de lo que "podéis adquirir en el puesto instalado en el hall del teatro..." No, no es eso: pero vengo lleno de proyectos para esta escuela que va creciendo, y que necesita también de vuestra ayuda y compromiso. Tendréis que aguantarme pidiendo que os comprometáis con una beca escolar (nos gusta más que lo de apadrinamiento) o con lo que organizaremos para obtener fondos para poder construir las nuevas aulas que necesitamos, o el cerco que impedirá que saqueen la escuela, o...

Seguiremos en contacto.

3 comentarios:

MARTA dijo...

"Vamos a andar
en verso y vida tintos
levantando el recinto
del pan y la verdad
vamos a andar
matando el egoísmo
para que por lo mismo
reviva la amistad."
Hoy me viene a la voz esta canción. Y de nuevo te agradezco; quiero ser reiterativa, tu testimonio. Todo lo que tenemos no nos pertenece, debemos ser administradores, no poseedores de los bienes que tengamos. Que tu testimonio de Esperanza y Compromiso nos contagie!!!!!

Mª José dijo...

Hola compi, justo todo lo que has explicado es lo que yo pensaba que en tu mente tendrías, muchos sentimientos encontrados, los de aquí, los de allí... Descansa y disfruta de tu familia que ellos también te necesitan.Marijó, Meriyou, La Secre.

Anónimo dijo...

Bienvenido, Tomás¡¡Intento hacerme una idea de todos los sentimientos que tendrás y se me escapa...Disfruta de los tuyos, asienta lo vivido y espero que haya ocasión para vernos y que nos cuentes. Y lo que podamos hacer... "stand by me" :-)
Somos unos privilegiados, y como dice una buena amiga (creo que lo he dicho ya) tenemos la OBLIGACIÓN de SER FELICES. Gracias por hacernos partícipe de tus vivencias.
Virtu