Entonces nuestro país es rico...

Es la frase de un taxista de Lima mientras me lleva al aeropuerto y hablamos de uno de mis temas favoritos: LA COMIDA. Le comento que no es tan fácil encontrar un buen cebiche (o ceviche, el sueño para mis alumnos: una palabra casi imposible de escribir mal) en España porque el limón español no tiene la fuerza del limón peruano (que por cierto no es de color amarillo limón, sino verde limón, en todo caso). Se me queda pensativo, y tras comentarle además cómo algunas cosas de su gastronomía sólo puedo comerlas aquí me espeta la frase que pongo arriba, claro que la hace seguir del derrotismo tan peruano "...qué desperdicio..."

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Pues sí, por si alguien tiene duda es un país muy rico. Y un país que se sabe hundido donde no debiera, y que lucha por salir adelante. Me lo encuentro, es cierto, mejor que hace cuatro años. Comentan orgullosos que son el segundo país con más crecimiento en América Latina, aunque luego hablando con mi amigo Franco (el sentido común hecho peruano) me dice que eso es en la macroeconomía, que la vida diaria todavía anda difícil, y lo voy constando.

Y para muestra, la querida escuelita que luchamos mano a mano desde España y desde Perú por sacar adelante (con bastante éxito, dadas las circunstancias). Me los encuentro trabajando en sus cuentas y saludándome, ceremoniosos y gritones: ¡Buenas tardes, señor profesoooooooooor! Luego, la "formación" fuera. Celebran el día del maestro, que será el domingo (los niños tienen fiesta el lunes, pero los profesores tendrán que trabajar...he venido yo y tienen encuentro conmigo para hablar de la escuela y convivir. Por experiencia propia sé que estarán contentos conmigo...) Por sorpresa, cuando estoy haciendo la foto de abajo, me piden que me dirija a los niños y les diga unas palabras ¿y yo qué puedo decirles? Les doy las gracias por su hospitalidad, y les transmito saludos desde España. A ellos les encanta. Supongo que también les divierte mi torpeza entre tanta ceremoniosidad peruana.

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Recorro con emoción lo que hace cuatro años era apenas un descampado en tierra de nadie con tres aulas construidas y dos por construir, el sueño de unos pocos peruanos comprometidos con la educación y el desarrollo, y hoy encuentro columpios, tres aulas más, un salón de usos múltiples por terminar de construir como abajo podéis ver (se ha construido hasta donde ha llegado el dinero, ahora parte del trabajo de nuestra pequeña asociación en España será conseguir más dinero para ir culminando proyectos)

La infatigable Doris me tiene preparada una apretada agenda de trabajo para estos días. Veré las clases, me reuniré con los miembros de la asociación, con los profesores, con los niños y hasta con los padres (tomen nota, el domingo a las ocho de la mañana). Yo estoy disfrutando, empapado ya de los olores y la luz de la selva. Luego, a la vuelta, sobre el motocarro que da tumbos en la carretera arenosa llena de baches y eternamente sin asfaltar, Monsi, otro miembro de Videsol, me pregunta mi impresión. Le soy sincero y le comunico mi emoción de que el proyecto siga adelante con tanta solidez y buen tino. Y por otra parte le digo que no me he encontrado nada diferente a lo que ya esperaba. Cada vez confío más en la riqueza de esta gente. Sólo espero no estorbar yo demasiado, que no necesitan a estas alturas gringuitos que vengan a decirles lo que tienen que hacer.

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